miércoles, 5 de septiembre de 2012

Cometer errores


A las nuevas generaciones se les está educando con la creencia de que pueden lograr cualquier cosa. Aunque tal vez seamos capaces de tener grandes logros si nos esforzamos en ello, nosotros como las cosas que hacemos, no somos perfectos.
"La perfección" es un tema frecuente en toda nuestra cultura occidental. Creemos que una persona perfecta nunca comete errores, que siempre sabe la respuesta correcta. Cuando nos quedamos cortos con esta meta autoimpuesta nos volvemos muy duros con nosotros mismos. Muchos evitan situaciones, están plagados de ansiedad, por temor a ser vistos como imperfectos. Se quedan paralizados por el miedo al fracaso, consumidos por las preocupaciones de lo terrible que sería si otros vieran sus defectos.
Otros creen que la perfección es una moneda que mide el valor. Otros más, la pasan muy mal y viven con dolor por no ser perfectos, tienen cualquier número de  vicios disponibles para adormecer u ocultar sus sentimientos de imperfección.
Reforzar nuestra autoconfianza  nos ayuda a sentirnos bien acerca de la perfección y estaremos menos preocupados  por la incapacidad para alcanzarla.
Pero, en lugar de preocuparnos por entender qué es la perfección y cómo saber realmente si la hemos alcanzado, ¿No podríamos mejor intentar hacer un poco mejor las cosas, como ser mejores amigos, amantes, empleados o inclusive hasta mejores terapeutas o clientes? 
Sin errores, estaríamos viviendo en un mundo utópico y la perfección no tendría ningún sentido ya que sería nuestra única alternativa. Necesitamos de las bajas para apreciar las altas. Los errores son parte de la naturaleza y es a través de los errores que hemos cometido los que nos muestran cómo hacerlo mejor la próxima vez.
Nuestra exigencia de perfección hace más difícil que los errores que cometemos los aceptemos, comprendamos y conciliemos. Es importante aceptar que todos cometemos errores y tú no eres perfecto ni eres las excepción. Aprenderás de tus errores y te recuperarás a pasar de ellos. Aceptando esto, estás preparado para los fracasos.
Si te enfrentas a un error, identifica que sucedió, reconócelo y dale su lugar en el esquema del universo, entiende que también tú puedes tener éxito a pesar de tus fracasos, atrévete a enfrentarlos y a manejarlos; así te recuperarás más rápido de ellos y, finalmente, tal vez cometas menos errores, mejorando tu promedio de intentos y no permitas que tus fracasos disminuyan tu energía.