A
las nuevas generaciones se les está educando con la creencia de que pueden
lograr cualquier cosa. Aunque tal
vez seamos capaces de tener grandes logros si nos esforzamos en ello, nosotros
como las cosas que hacemos, no somos perfectos.
"La
perfección" es un tema frecuente en toda nuestra cultura occidental. Creemos que una persona perfecta nunca
comete errores, que siempre sabe la respuesta correcta. Cuando nos quedamos
cortos con esta meta autoimpuesta nos volvemos muy duros con nosotros mismos. Muchos evitan situaciones, están plagados
de ansiedad, por temor a ser vistos como imperfectos. Se quedan paralizados por el miedo al
fracaso, consumidos por las preocupaciones de lo terrible que sería si otros
vieran sus defectos.
Otros
creen que la perfección es una moneda que mide el valor. Otros más, la pasan muy mal y viven
con dolor por no ser perfectos, tienen cualquier número de vicios disponibles para adormecer u ocultar sus
sentimientos de imperfección.
Reforzar
nuestra autoconfianza nos ayuda a
sentirnos bien acerca de la perfección y estaremos menos preocupados por la incapacidad para alcanzarla.
Pero,
en lugar de preocuparnos por entender qué es la perfección y cómo saber
realmente si la hemos alcanzado, ¿No
podríamos mejor intentar hacer un poco mejor las cosas, como ser mejores amigos, amantes, empleados
o inclusive hasta mejores terapeutas o clientes?
Sin
errores, estaríamos viviendo en un mundo utópico y la perfección no tendría ningún
sentido ya que sería nuestra única alternativa. Necesitamos de las bajas para apreciar
las altas. Los errores son parte
de la naturaleza y es a través de los errores que hemos cometido los que nos
muestran cómo hacerlo mejor la próxima vez.
Nuestra
exigencia de perfección hace más difícil que los errores que cometemos los
aceptemos, comprendamos y conciliemos. Es
importante aceptar que todos cometemos errores y tú no eres perfecto ni
eres las excepción. Aprenderás de
tus errores y te recuperarás a pasar de ellos. Aceptando esto, estás preparado para los
fracasos.
Si
te enfrentas a un error, identifica que sucedió, reconócelo y dale su lugar en
el esquema del universo, entiende que también tú puedes tener éxito a pesar de tus
fracasos, atrévete a enfrentarlos y a manejarlos; así te recuperarás más rápido
de ellos y, finalmente, tal vez cometas menos errores, mejorando tu promedio de
intentos y no permitas que tus fracasos disminuyan tu energía.
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